Sección Clínica
Anual 2017
El síntoma en la clínica psicoanalítica
Nancy Hagenbuch – M. Cristina Solivella de Perez
Sigmund Freud descubrió en los síntomas de los neuróticos –igual que en los sueños, el acto fallido, el lapsus o el chiste- que se trata esencialmente del deseo… deseo sexual, incestuoso, infantil… Deseo que se articula a la estructura del lenguaje revelando “una forma desviada de satisfacción sexual…”
Si Freud dedico toda su obra a diagramar el síntoma analítico, Jaques Lacan en su retorno a la obra freudiana vuelve a colocarlo en el centro de la clínica psicoanalítica.
Así nos plantea como desde el origen, en lo humano, la necesidad está articulada en el plano del deseo, es decir algo que está destinado en el hombre a tener cierta relación con el significante.
En su seminario “Las formaciones del inconsciente” Jacques Lacan nos dice que el hombre no está directamente implicado en una relación pura y simple con el objeto que lo satisface sino “en relación con la posición adoptada por el sujeto en presencia de dicho objeto… o sea que está lejos de ser la mera relación con tal o cual objeto…”
El deseo se articula necesariamente en la demanda porque solo podemos entrar en contacto con él a través de alguna demanda, pero…. ¿cuál es el vínculo entre el deseo, que permanece como un signo de interrogación, como un enigma y el síntoma con el que se reviste, es decir la máscara?
Si bien el síntoma es analizable y va en el sentido del reconocimiento del deseo, la noción de máscara significa que el deseo se presenta bajo una forma ambigua que precisamente no nos permite orientar al sujeto con respecto a tal o cual objeto de la situación. El sujeto se interesa según la situación del deseo y es eso lo que el síntoma expresa.
El deseo, inseparable de su máscara, tiene una profunda coherencia, coalescencia con el síntoma, es decir con la máscara con la que aparece en su manifestación.
Jacques Lacan nos dice en su seminario “Las formaciones del Inconsciente”
“… lo que llamó síntoma, es lo analizable” y agrega: “El “eso habla” del que les hablo está presente desde las primeras articulaciones de Freud, expresado en su texto”.
Más tarde dirá que …los borborigmos de sus pacientes, cuando se hacían oír en sesión, tenían una significación de palabras…al progreso del análisis Freud lo medía con la propia intensidad de la modulación por la que el sujeto acusaba durante la sesión, una mayor o menor intensificación de su síntoma.
En “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud” de 1957 agregaba:
“Entre el significante enigmático del trauma sexual y el termino al que viene a sustituirse en la cadena significante actual, pasa la chispa, que fija en un síntoma-metáfora donde la carne o bien la función están tomadas como elemento significantes-la significación inaccesible para el sujeto…”
En este mismo texto encontramos la relación entre el síntoma y la verdad.
Es la verdad de lo que ese deseo fue en su historia lo que el sujeto grita por medio de sus síntomas. El síntoma trae el retorno de la verdad, verdad que se articula en la sexualidad y la muerte.
Pues la verdad se muestra allí “…compleja por esencia, humilde en sus oficios y extraña a la realidad, insumisa a la elección del sexo, pariente de la muerte y, a fin de cuenta, más bien inhumana”.
En “Función y campo de la palabra y del lenguaje” Jacques Lacan dice articulando inconsciente, verdad y síntoma:
“El inconsciente es ese capítulo de mi historia que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste: es el capitulo censurado. Pero la verdad puede volverse encontrar, lo más a menudo ya está escrita en otra parte…en los monumentos, es decir el cuerpo, el síntoma, el núcleo histérico de la néurosis; en los documentos de archivos , es decir los recuerdos; en la evolución semántica, es decir en el vocabulario que me es particular; en la tradición, y en la leyendas sobre mi historia, mi novela; en los rastras que se conservan las distorsiones, necesarias para la conexión del capítulo adulterado con los capítulos que la enmarcan y cuyo sentido restablece mi exégesis”
Por otra parte, hay en el síntoma una situación que es problemática… nos dice Jacques Lacan, en la medida en que la satisfacción que comporta el síntoma es “una satisfacción al revés…” y a esto lo llamamos goce. El síntoma en su naturaleza es goce, goce putrefacto…
Así, en 1969, en su seminario “De Otro al otro” Lacan define el síntoma en relación al goce, nuestro real. Ahí coloca que la función del analista es desenmascarar este goce que el síntoma guarda advirtiéndonos que lo que la experiencia analítica demuestra es que el goce incestuoso está excluido. Esta exclusión sólo enuncia el sistema mismo, en tanto esto es lo simbólico. Pues ahí se afirma como real… Helo aquí vuelta nuevamente por todos lados, desde esta exclusión misma que es todo aquello por lo cual él se realiza. Y está precisamente ahí aquello que se liga a nuestra practica: “desenmascarar, develar, allí donde debemos atenderlo, en el síntoma; desenmascara esta relación al goce, nuestro real, pero en la medida que está excluido…”
“No hay goce del Otro”, nos dice Lacan, el Otro es un campo libre de goce en tanto el goce fálico está excluido para el neurótico. Sin embargo el síntoma guarda formas de goce. La repetición del síntoma condujo a Freud al descubrimiento del “Más allá del principio del Placer”, texto en el que articuló que “… la repetición es la denotación precisa de un rasgo que conmemora una irrupción de goce”.
En la última época de su obra Lacan habla del síntoma como “…lo que viene de lo real”. En su trabajo de 1975 “La tercera” Lacan realiza un aporte fundamental para la dirección de la cura al establecer:
“Llamo síntoma a lo que viene de lo real. Esto significa que se presenta como un pececito cuya boca voraz solo se cierra si le dan de comer sentido. Entonces una de dos: o eso prolifera…o revienta. Lo mejor sería, y en ello deberíamos poner nuestro empeño, que reventara el síntoma, y ahí está el asunto. Cómo hacer?
El sentido del síntoma no es aquel con que se lo nutre para su proliferación o su extinción, el sentido del síntoma es lo real, lo real en tanto se pone en cruz para impedir que las cosas anden, que anden en el sentido de dar cuenta en si misma de manera satisfactoria…
El advenimiento de lo real no depende para nada del analista. Su misión es hacerle la contra. Al fin y al cabo lo real puede muy bien desbocarse, sobre todo desde que tiene el apoyo científico”
Estas últimas teorizaciones de Lacan nos invitan a reflexionar sobre el lugar del analista para encarar el síntoma en la clínica psicoanalítica de nuestra contemporeneidad.
Siguiendo la dirección de Sigmund Freud y Jacques Lacan este año recorreremos cómo se presenta el síntoma en las neurosis histérica, y obsesiva. Abordaremos la fobia como síntoma y las expresiones sintomáticas en la perversión y en la psicosis. En cada estructura el síntoma se presenta “…como lo que no anda” y constituye una pregunta para el analizante, enigma que junto a la vacilación fantasmática lo traen a formularnos su demanda.
Los esperamos en la Sección clínica para abordar estas articulaciones.