EN EL PALAIS de GLACE

EN EL PALAIS de GLACE

Veladas de Arte <> Psicoanálisis

Del 19 de Junio al 17 de Agosto 1999.

“Tu no me Ves… desde donde te miro”

LA FUNCIÓN DE LA MIRADA
EL ENIGMA DE LA FEMINEIDAD

Olga M. de Santesteban

En el marco de la Mega Exposición “Velázquez  El arte de mirar” se
presenta un espacio dedicado a la presencia del Psicoanálisis para
interrogar el  enigma de la creación artística en la obra de Diego de
Velázquez.
Genial artista del siglo  XVII que marcó con su rasgo singular y su
invención la pasión del Barroco.

”Autorretrato”
Lo solemne y lo efímero, lo monumental y lo duradero, lo íntimo y lo fugaz, marcaron el trazo dibujado del Barroco que como ninguna otra
época ha sido tan consciente de vivir en un mundo efímero.

El Barroco nos mostró

…el esplendor y la invención…
…la creación de misterio sin develar sus claves…
…la expresión artística liberándose de las ataduras académicas…
…y una erótica.

“La Venus del espejo”


Una erótica que encontrará en la serie de mujeres, su punto de culminación con “La Venus del Espejo”, para ofrecernos renovación en la técnica pictórica, abordaje original del tema de las Venus y un velado homenaje a su admirado Tiziano.
Tiziano considerado como un poeta épico de la sensualidad, un maestro absoluto de lo que se dió en llamar la pintura de la carne”. Surge así una  sensualidad que sugiere, una exuberancia de las Venus, que mantienen su enigma al ofrecer un ideal de belleza que anuda el amor al deseo, al mostrar la belleza de un cuerpo irresistible colocado en el centro de un refinado erotismo cuya clave está en el espejo.

Con estos rasgos se marca ese paso inaugural que produce el siglo XVII al establecer que en la realidad psíquica existe un corte, una barra, una escisión entre el deseo y la realidad, entre la ficción y la verdad, entre la visión y la mirada…

“Venere Anadiomene”  Tiziano


Mirada donde algo, en algún grado, queda elidido, perdido de nuestra posibilidad de captación en todo lo que percibimos y esto nos muestra a la conciencia limitada irremediablemente a su función de desconocimiento
Vemos así al sujeto atrapado en esta verdadera trampa que supone que:

“Tu no me ves, desde donde te miro                    
o nunca me miras, allí desde donde te veo…
…y lo que miro nunca es, lo que quiero ver…”
…trampa, señuelos del deseo que en su errar nos acercan al enigma de la creación artística… ese enigma que articula lo intangible, lo inquietante, lo infinito, lo sutil que definen el misterio del deseo.

“Las Meninas” Velázquez

Recorreremos en la obra de Velázquez las invenciones y las resoluciones en el manejo del espacio pictórico… su pincelada que entraña una representación casi “fotográfica” de la realidad, despliega un alarde de técnica sin precedentes entre los pintores de su época  y avanza mediante su pincelada fluída y vibrante, colmada de luz y matices, capaz de captar los valores más verdaderos de la representación para revelar los artificios  con los que logra —no
sin audacia-, captar al espectador, atraerlo, integrarlo a su mundo y hacerle partícipe de sus deseos.

“Las Meninas”. Picasso

Testimonio de una época…
Aporte de un nuevo concepto de realidad…
Apertura a las primeras corrientes de la modernidad…

Y un retorno a través de Picasso, serán la ocasión para recorrer esa “aventura temeraria” que constituyen “Las Meninas”  como el modelo de un mundo monolítico, con valores establecidos y considerados absolutos… hasta producir allí mismo la historia de una pasión… casi una provocación a los siglos, que con una inspiración desbordante nos ofrece en la serie de 58 lienzos su obsesión y como pintor una respuesta al enigma de la femineidad en esa figura viva palpitante que sabiéndose mirada se dirige al espectador para inscribirlo en el espacio pictórico. Sin duda que tanto Picasso como Velázquez poseen el secreto y el instrumento de intimidación para producir en el espectador ese llamado a una inscripción en el cuadro…
Su pincelada, instalando su rasgo singular que marca un estilo necesita colocar su nombre, porque la pincelada hecha letra se basta como instancia decisiva para hacer retornar desde el espectador su nombre propio.
Volveremos a recrear con la obra de estos artistas ese espacio que se produce entre el cuadro y el espectador, ese juego de luz y opacidad, de ambigüedad y de precisión que indica la mirada.
Función de señuelo donde el sujeto se inscribe en lo que el artista le ofrece para que pueda localizarse y experimentar el goce estético.