Veladas de Literatura <> Psicoanálisis
La potencia creadora del lenguaje
M. Cristina S. de Pérez*
I- INTRODUCCIÓN
La escena transcurre en 1897, es una fría noche de Dublín, luego de una velada de teatro Mr. y Mrs. Joyce comentan la obra que acaban de ver: Magda, de Sudermann. Entonces escuchan decir al joven James Joyce: “el tema de la obra es el genio surgiendo en el hogar y contra el hogar. No hacía falta que fueseis a verla. Está a punto de ocurrir en vuestra casa”.
Y no era pura vanidad, sino el anuncio de lo que vendría: Irlanda, una vez más como ya es tradición para la “isla esmeralda”, daba a luz a quien actualmente es considerado uno de los escritores más importantes de nuestro siglo.
Jonathan Swift, Oscar Wilde, William Yeats, George Bernard Shaw…, por nombrar sólo a algunos de la vasta producción irlandesa, han triunfado en el mundo entero y han obtenido distinciones como el unánime reconocimiento de la crítica literaria e incluso el Premio Nobel de Literatura pero ninguno de ellos fue merecedor del rasgo particular de James Joyce: la atribución de haber sido quien transformó la lengua inglesa.
¿Cuál es este rasgo particular…? Joyce juega con los significantes: los corta, los fragmenta, los combina de diferentes maneras… y esto produce algo que como significado puede parecer enigmático ya que puede leerse de infinidad de maneras distintas. El efecto es un escrito que ha subvertido la lengua inglesa, marcando un antes y un después en el campo de la literatura, y es sobre esta particular práctica de la letra del texto joyceano que Jacques Lacan sitúa lo más cercano a lo que nosotros analistas tenemos que leer gracias al discurso analítico: el lapsus…. Recordemos que en el discurso analítico se trata siempre de lo siguiente: a lo que se enuncia como significante se le da una lectura diferente de lo que significa.
Se trata entonces de una obra, un estilo inconfundible que a partir de su invención determina que su nombre se inscriba en el campo del arte marcando una fecha.
Por esto Lacan nos plantea que Joyce ilustró el psicoanálisis con su obra, hay en su texto una reflexión al nivel de la escritura y basta sumergirse en la aventura literaria más innovadora del siglo para advertir como el lenguaje se perfecciona cuando sabe jugar con la escritura…, por esto él lleva a su máxima expresión la potencia creadora del lenguaje.
II- FORJAR EN LA FRAGUA DE MI ESPÍRITU LA CONCIENCIA INCREADA DE MI RAZA….
-Confiar en los buenos padres jesuíticos
Pero retornemos a Dublín para ver como comenzó la historia: El primer hijo de la familia Joyce nacido en 1881 en Rathgar, un suburbio de clase media al sur de Dublín, no sobrevivió y se dice que el padre dijo “mi vida quedó enterrada con él”, el segundo hijo, nuestro joven genio, nació el 2 de febrero de 1882 y fue registrado como James Augusta por equivocación.
Será así el hijo mayor de quince hermanos de los que sólo sobrevivieron diez.
El padre, personaje -no sin cierto aire extravagante-, músico, tenor según se dice de notables condiciones y frecuentador asiduo de la bebida, dilapida la herencia familiar y trabaja en una oficina de recaudación de impuestos hasta que es despedido con una reducida pensión sin que luego llegara a ejercer más que trabajos ocasionales. Se inaugura así una época de penurias económicas con permanentes cambios de domicilio, huyendo de los acreedores y buscando algo más adecuado a sus posibilidades económicas.
Cuentan los biógrafos que John Joyce llena la casa de hijos y deudas, la familia vivía en crisis permanente. En este verdadero clima “dostoievskiano”, la familia subsistía gracias a la casa de empeños, los amigos fieles o los trabajos inesperados.
A pesar de esto Joyce cursa sus estudios en la mejor escuela católica de los alrededores a cargo de los jesuitas y se destaca allí como alumno aventajado consiguiendo diversos premios.
Joyce, admirado y privilegiado por sus padres y hermanos, se va acorazando tras la indiferencia y a los doce años había aprendido a abrirse camino por entre las ruinas familiares con la sutileza de un arqueólogo.
En su libro Stephen hero, Joyce nos da un retrato bastante vívido de esa época:
“Camino adelante o haciendo alto en algún tabernucho al paso, las dos personas mayores hablaban constantemente de los asuntos que más de cerca les tocaban: de política irlandesa, de Munster o de las leyendas de su propia familia, a todo lo cual prestaba Stephen oído atento. Las palabras que no comprendía se las repetía una y otra vez, hasta que se las aprendía de memoria y a través de ellas le llegaban vislumbres del mundo que las rodeaba. La hora en que él había de participar también en la vida de aquél mundo, parecía que se le iba acercando y comenzó a prepararse en secreto para el gran papel que le estaba reservado, pero que sólo confusamente entreveía”.
Entonces: Ser un artista…, renovar el espíritu oprimente de una ciudad provinciana y asfixiante, y sobre todo tener una misión: aprender a vivir su propia vida lejos del hogar y los amigos para forjar en la fragua de su espíritu la conciencia increada de la raza…. misión que él se da al cierre del Retrato del artista adolescente.
En ambos libros: Stephen hero y Retrato del artista adolescente, Joyce ofrece un relato que al mismo tiempo que narra las vicisitudes del paso de la infancia a la adolescencia le permite desarrollar su teoría estética.
-El joven adolescente: de la religión al arte
“…No serviré por más tiempo a aquello en lo que no creo, llámese mi hogar, mi patria o mi religión. Y trataré de expresarme de algún modo en vida y arte, tan libremente como me sea posible, tan plenamente como me sea posible, usando para mi defensa las únicas armas que me permito usar: silencio, destierro y astucia”.
Es esta la confesión de Stephen en donde Joyce presenta su programa de exilio. Es la caída de la tradición irlandesa y de la educación jesuítica que pierden su valor para dar paso a una absoluta disponibilidad espiritual.
Se enfriaba su fe católica y se inicia su fe en el arte. Es a partir del encuentro con Ibsen que surge el ideal estético de una vida dedicada al arte y de un arte sustituto de la vida.
Para él como para Ibsen la verdad era más un desenmascaramiento que una revelación. Admiraba el desapego de Ibsen que le condujo a abandonar su país y a considerarse un exiliado.
Estos fueron los dos polos en el estado espiritual de Joyce: la verdad como juicio y desenmascaramiento y el exilio como condición del artista.
El deber del artista no reside en hacer que su trabajo sea religioso, moral, bello o ideal sino en permanecer auténtico frente a las leyes fundamentales, ya sean expresadas mediante los mitos, o mediante ficciones realistas.
Nos decía: “El arte no es una evasión de la vida. Es precisamente todo lo contrario. El arte es nada menos que la expresión central de la vida. Un artista no es un individuo que hace resplandecer un cielo mecánico ante el público. Eso lo hace el sacerdote. El artista afirma, llevado por la plenitud de su propia vida, crea…”
Como muy pocos escritores en la historia de la literatura Joyce cuenta con críticos de arte, lingüistas y especialistas de la Universidad que han hablado de sus teorías estéticas, pero, ¿qué nos aporta allí el psicoanálisis…? ¿Cómo sitúa el psicoanálisis la posición del artista…?
Veamos:
Lacan nos plantea que el poeta en tanto artista es quien accede a ese grado máximo de invocación al significante. Su verdadero artificio es un saber hacer ligado a la práctica del significante. Recordemos que artífice (que deriva del latín artifex) significa artista y autor.
Un nombre, un estilo, la invención como dominio de creación, la posibilidad de cercar un vacío…
Lacan ironiza diciendo que tendremos que aceptar que hemos adjudicado a Dios en tanto creador lo que siempre ha correspondido al artista desde los primeros tiempos! (así desde el primer alfarero que al construir su vasija “cerca el vacío interior” y permite constituir un “lleno” opuesto al “vacío”, oposición que sabemos fundamental para el orden simbólico).
La relación con lo real, tal como se renueva entonces en el arte hace surgir al objeto en una renovación de su dignidad. ¿En qué su artificio puede apuntar a lo que presenta como síntoma? Si la novedad freudiana ha consistido en indicar que el síntoma está unido a la verdad, Lacan nos ha dicho que la verdad, en tanto aquello que no puede mirarse de frente, sólo se puede decir a medias, no hay verdad que se pueda decir. Si el complejo de Edipo como tal lo consideramos un síntoma ¿En qué el artista burla lo que se impone al síntoma…, a saber lo que se presenta como la verdad?
En este caso, un padre que no ha estado a la altura de su función, por la magia de la letra joyceana será uno de los temas centrales de esta obra. Es en esto que el concepto de letra del psicoanálisis se diferencia del de la literatura siendo aquello trenzado por los accidentes de la historia
Lacan siempre nos recuerda que toda la interrogación freudiana -no sólo en su doctrina, sino en la experiencia del propio sujeto Freud- toda ella se resume a esto ¿Qué es un padre? Así para todo niño la pregunta ¿Qué es un padre? es la forma de abordar el problema del significante del padre. El padre tonante, el padre bonachón, el padre todopoderoso, el padre humillado, el padre engolado, el padre irrisorio, el padre casero, el padre de picos pardos… La diferencia consiste en que si para los sujetos comunes esta pregunta se encarna en síntomas, fantasmas, obsesiones o delirios el artista se nutre de esa pregunta para lograr suacto creativo.
Abordamos el tema del padre, pasamos ahora al otro gran tema de su obra la mujer:
III- HACER DE LA HEMBRA EL DIOS DE SU EXISTENCIA…
James Joyce solo contaba 22 años cuando se produce en su vida un encuentro particular: el encuentro con Nora Barnacle en un día memorable: 16 de junio de 1894. Nunca se separarán… Compañera inseparable durante tantos años, ocupa en esta historia un lugar privilegiado acompañándolo de la vida pueblerina de Dublín a la bohemia de París, luego a Padua, Trieste, Zurich…
Nora es la musa inspiradora en el exilio. Lejos de la patria, se constituye en fuente inagotable de relatos, sagas, mitos y leyendas irlandesas que nutren los textos de Joyce. La fecha del primer encuentro con ella quedará inmortalizado en una idea genial: escribir un libro que transcurra en un sólo día, en una ciudad: Dublín, nos referimos al Ulises. Su modo de hablar (por momentos vulgar y chabacano…!) dará voz a Molly, la inolvidable mujer de Leopold Bloom, sus fantasías más audaces, sus historias más secretas…, quedarán plasmadas en páginas enteras de esta fantástica obra. Pero dejemos al Ulises para más adelante…..
Joyce hará de Nora “una mujer escogida… ” Virgen, prostituta, santa, desvergonzada, madre que lo alberga en sus entrañas, es esto lo que Lacan nos ha enseñado “hacer de la hembra el Dios de su existencia…”. Quienes los conocieron confirman que Joyce rara vez daba un paso sin ella y bastaba que ella amenazara con dejarlo -como pasó varias veces- para que él le rogara que no lo abandonase!
IV- La Odisea de Ulises: historia de un libro maldito o de como “hacerse ser un libro…”
Ulises, la novela que quedará en la historia de la literatura como la elegida de las vituperancias públicas, definida como novela monstruosa, antihumanista, obscena y decididamente escatológica, se inscribe en la historia de la literatura como una de las novelas más importantes de este siglo. Los hechos, los dichos, la venalidad y las cadencias de los dublineses estaban tanto allí como en la ciudad. La crítica establece que el verdadero crimen de Joyce ha sido romper con los tabúes sexuales de la Irlanda sagrada, la Inglaterra victoriana y la Norteamérica puritana.
Recordemos que Lacan nos dice que siempre la relación del artista con la época en que se manifiesta es contradictoria. Así el arte opera su milagro “a contracorriente”, de las normas reinantes ya sean políticas o ideológicas.
¿Qué pensaría hoy Joyce de los festejos que se celebran cada año en Dublín el 16 de junio para conmemorar Bloomsday en Dublin? Hombres y mujeres vestidos con ropas características de la época eduardiana recitan fragmentos del Ulises y las comidas preferidas de Bloom -riñones y órganos de bestias- se sirven en pubs rivales, regadas con abundantes dosis de cerveza, la bebida nacional!
Joyce demora siete años en completar su obra maestra, al cabo de la cual sufriría de glaucoma, cataratas y disolución de la retina. En su intento de captar hasta el menor detalle de la vida en Dublin, Joyce pidió ayuda a amigos y parientes. Con el comienzo de la guerra Joyce se encontraba en Zurich. Las tabernas y los burdeles, según nuestro artista “los lugares más importantes de una ciudad”, constituían una fuente de anécdotas y relatos que rápidamente escritos en pequeños trozos de papel iban a parar a sus bolsillos. Griegos, polacos, oportunistas, artistas y espías también se habían refugiado en Zurich. El futurismo, el cubismo y el dadaísmo eran moneda corriente en charlas que Joyce escuchaba distraídamente para luego volcar en la obra que preparaba. Sin lugar a dudas hablar cinco lenguas fluidamente y un poco el griego moderno facilitaba la cuestión!
Escuchemos como lo plantea él mismo: “En vista del enorme volumen y de la más que enorme complejidad de mi maldita novela-monstruo, es mejor mandar… una especie de resumen-clave-esqueleto-esquema (para uso doméstico solamente)… He dado sólo palabras-clave en mi esquema pero creo que lo entenderá de todos modos. Es una epopeya de dos razas (Israel-Irlanda) y al mismo tiempo el ciclo del cuerpo humano, así como también una pequeña historia de un día. El personaje Ulises me fascinó siempre- incluso de niño. Imagínese, hace quince años empecé a escribirlo como un relato breve para Dublineses! Durante siete años he trabajado en este libro- maldito sea!
También es una especie de enciclopedia. Cada aventura (esto es cada hora, cada órgano, cada arte al estar interconectados e interrelacionados en el esquema estructural del conjunto) no sólo debía condicionar sino incluso crear su propia técnica…”
Y agregaba: “La tarea que me fijé técnicamente al escribir un libro desde dieciocho puntos de vista diferentes y en otros tantos estilos, todos aparentemente desconocidos o indescubiertos por mis colegas, eso y la naturaleza de la leyenda escogida serían suficientes para trastornar el equilibrio mental de cualquiera. !”
Ulises fue escrito en tres ciudades: Zurich, Trieste y finalmente Paris y sin lugar a dudas el héroe del libro es el lenguaje donde este verdadero artesano de palabras logra un flujo constante de un virtuosismo deslumbrante, todas las nociones conocidas hasta ese momento de historia, personaje, argumento y antagonismo se encuentran trastocadas.
A medida que el libro progresaba Joyce parecía estar -como notó su amigo Italo Svevo- “encerrado en el aislamiento interior de su ser”. Ninguna situación externa, como la incidencia de la guerra mundial era objeto de alguna atención de su parte, sólo contaba este “hacer y hacerse ser un libro…” Préstamos y ayudas financieras de los amigos y la familia, escándalo y conmoción a partir de cada entrega de los capítulos, donaciones secretas de importantes admiradores…, fueron algunos de los ingredientes que acompañaron la gestación de este libro.
A partir de este “hacerse ser un libro” cobra otro valor su insistencia de que él libro se publicara por primera vez exactamente el día de su cumpleaños…!
V- Epifanías – Finnegans Wake
La estética de la epifanía, su fogonazo súbito, ilumina intermitentemente toda la obra de Joyce, desde sus inicios hasta el soberbio fin de Finnegans Wake. En los borradores laberínticos del archivo de James Joyce, estas epifanías iluminan recovecos íntimos de la vida y obra de Joyce, sacan a la luz sueños, temores y obsesiones. El arte de Joyce logra su exacta expresión en estas impresiones fugaces, que con prosa ágil e intensidad poética recomponen instantes evanescentes, conversaciones banales, fragmentos oníricos, evocaciones equívocas, imágenes turbadoras…
Según la definición del propio Joyce entendía por epifanía “…una súbita manifestación espiritual ya fuese en la vulgaridad de la alocución o del gesto ya fuere en una faz memorable del mismo espíritu”. Creía que el hombre de letras debía dejar registradas tales epifanías con sumo cuidado, dado que son los momentos más delicados y evanescentes.
En el caso de Finnegans Wake, trabajo largamente conocido como Work in progress, la técnica de la epifanía es llevada a su máxima expresión, el lenguaje se disuelve, se desarma, cantidades de vocablos de otras lenguas se insertan produciendo un verdadero laberinto, no sólo avanza con la modificación de la puntuación, también comienzo y fin se disuelven, predomina la musicalidad, la llamada “música de ideas” que determinan casi la imposibilidad de leerlo sin conocer el inglés.
Dijo Joyce de su proyecto: “Ajustarme a la estética del sueño, en que las formas se prolongan y multiplican, en que las visiones pasan de lo trivial a lo apocalíptico, en que el cerebro usa las raíces de los vocablos para elaborar otros que le sirvan para nombrar a sus fantasmas, sus alegorías, sus ilusiones”
Una invención que aporta la contribución más significativa a la literatura y al pensamiento. Lograr una escritura que toque lo real…, invención con la que logra la inscripción de su nombre en el campo de la literatura como el escritor por excelencia del enigma…!
*Psicoanalista. Miembro de Fundación Discurso<> Freudiano Escuela de Psicoanálisis